"¿Qué hacemos con López Obrador?"

lunes, 21 de abril de 2008 | |

Ayer el periodista Jorge Zepeda Patterson publicó en su acostumbrada columna de los domingos un excelente (desde mi punto de vista) comenatrio sobre la situación política que vive nuestro país.

Con el título de "¿Qué hacemos con López Obrador?" el periodista hace un destacado recuento de cómo la figura de López Obrador, tan denostada, vilipediada y atacada a últimas fechas, por las "buenas" conciencias de nuestro país, que por el contrario se han dedicado a glorificar con bombo y platilo, toda la belleza de nuestro marco institucional y legal, que funcionan tan bien y trabajan en beneficio de todos los mexicanos.

"No coincido con varias decisiones de López Obrador y me parece que su estilo de liderazgo deja mucho que desear. Pero estoy convencido de que AMLO y las causas que representa son absolutamente indispensables para la salud de la República. Cada vez que el tabasqueño habla en contra de las instituciones y convoca a la movilización, una legión de analistas y comentaristas se queja de su irresponsabilidad y primitivismo político. Como si se tratase de una anomalía trasnochada en una sociedad democrática. “Hay problemas pero estos deben resolverse mediante el diálogo”, se dice; “los bloqueos y tomas de instituciones no caben en una sociedad con Estado de Derecho”, se afirma, con la convicción que sólo podría tener un alemán o un sueco."

Nos dice el analista en un irónico recuento, de cómo estas mentes conservadoras, que pretenden estigmatizar el derecho al disenso, tratando de convertirla en meras actitudes "salvajes y retrógadas", olvidan de que en nuestro país la impunidad es regla de oro para los poderosos, olvidan el fracaso en que se han convertido la mayoría de los procesos privatizadores realizadas de empresas públicas "obsoletas e inservibles" que solo dieron por resultado descarados fraudes a la nación, encabezados por los que ahora son los los hombres más ricos del mundo.

Para muchos analistas y periodistas, las protestas encabezads por López Obrador son solo un movimiento lleno de "rencor y odio".

Sin embargo esta miope explicación, no nos deja ver que a pesar de los métodos tan denostados utilizados por el FAP en las Cámaras, han logrado ampliar el debate sobre la reforma petrolera y todo lo que está implica para el futuro de nuestro país. La protesta encabezada por López Obrador y sus "adelitas" ha permitido que dicha reforma se tenga que ahcer de cara a la nación y no en arreglos cupulares ente el PRI y el PAN, y que muchos mexicanos pudéramos acceder a escuchar ideas y propuestas qyue ahsta hace unos días habían sido completamente silenciadas por el mesanje único u omnipresente del presidente Calderón.

"El problema es que no vivimos en un Estado de Derecho, ni los problemas se resuelven con el diálogo, salvo que usted pertenezca al 20 por ciento de la población de mayores ingresos. Todos los días miles de mexicanos humildes son víctimas de tribunales y autoridades que operan a favor del poderoso o del que ofrece más. Háblenle del Estado de Derecho a Lydia Cacho, a las víctimas de Ulises Ruiz en Oaxaca, a los campesinos que suplican a un funcionario que ya vendió su caso. Más que un Estado de Derecho lo que padecemos es “el derecho al Estado” del que gozan algunos sectores privilegiados. ¿Cómo podemos hablar de “someterse al imperio de la ley” cuando los que se enriquecieron con el Fobaproa, el mayor robo en la historia de la Nación, lo hicieron legalmente?"

Lo cierto es que nuestro país es uno de los países en donde la distribución de la riqueza se hace de manera injusta, y los grandes beneficiados son sólo los grandes empresarios, quienes han visto como sus empresas se siguen benefiaciando de las ambiguedades de esas mismas leyes, que ahora pretenden en volver sacrosantas e inmaculadas. No podemos olvidar en que país vivimos: un país en donde la Corte Suprema de Justicia exonera a personajes tan "sospechosos", po decir lo menos, como Kamel Nacif y al Gobernador de Puebla Mario Marín, ante los ojos azorados de millones de mexicanos, sin ruborizarse siquiera, sin mostrar un dejo de verguenza.

No podemos olvidar que vivimos. Un país en el que diariamente se gastan millones de pesos para el pago de mórdidas, para que la ley no actué como debería y la autoridad se haga de la vista gorda.

¿Qué esperamos? ¿Qué los grandes tiburones petróleros compartan su tecnología, inviertan en nuestro subsuelo, para después decirnos, tomen, esto es suyo? Pecaríamos de ingenuos. Allá afuera se vive un capitalismo salvaje, que no respeta las mínimas reglamentaciones laborales ni ecológicas. Y menos cuando el estado encargado de regularlos y vigilarlos es un estado tan enfermo de corrupción, de influyentismo, de compadrazgos (léase Juan Camilo Mouriño, los Bribiesca, los Salinas de Gortari, los Cabal Peniche, Fobaproa, Autopistas y el largo etcétera que nos corresponde).

Hay un linchamiento mediático de López Obrador que muchos están “comprando”. Algunos se preguntan qué hacer con esta piedra en el zapato que constituye su movimiento. Yo diría que pese a su retórica y su populismo, López Obrador es imprescindible. No empareja el marcador pero impide la goliza. Lo peor que podemos hacer es pretender que la inconformidad social no existe. ¿Nos parecen de mal gusto sus expresiones? ¿Y de que gusto son las inequidades e injusticias que padece la mitad más pobre del país? ¿Qué creíamos, que iban a votar cada seis años y sentarse a esperar a que llegue un empleo, un abogado honesto o un programa de gobierno?

López Obrador no representa a los verdaderos pobres del país, se dice con frecuencia. Quizá. Pero canaliza la irritación que entre muchos mexicanos genera esa pobreza. Su desconfianza hacia la apertura al capital privado es la desconfianza de muchos. Antes de lincharlo y repudiar sus métodos habría que escuchar lo que nos está tratando de decir esa república olvidada que intenta hacerse presente.

Concluye Zepeda Patterson en su muy lúcido y ecuánime comentario.

López Obrador es necesario. Puede no ser un virtuoso, ni un gran democrata, pero ha evitado que la ultra derecha venda y pisotee lo poco que aín nos queda de dignidad como república liberal, nacionalista y laica.

Para leer el artículo completo en:
http://www.jorgezepeda.net/

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