Mañana

lunes, 24 de noviembre de 2008 | |

1

Lejanas, las ideas llegan tarde, pasan junto a mí a gran velocidad, luminosas, inabarcables. Lluvia de viejos colores ácidos, nuevas historias, la bienvenida de la locura, el desierto, la noche que se transforma en el umbral, tierra de promisión, desierto en el que todo cuenta, todo vale. Estás solo, no hay nadie aquí para ayudarte, para escucharte, para recoger tus restos, lo que quede de ti después del aterrizaje. Tout. Todo esta bien.
Sólo la música que te guía. Déjate ir, escurrirte por las paredes, vuélvete luz, agua, aire, descuélgate del tiempo.
Confía en tu intuición.


2

A veces al abrir los ojos me encontraba en un tierra de reflejos. Me hubiera gustado sonreírles, hacerlos mis amigos. Tal vez besarlos. Abrazarlos. Contagiarlos. Una imagen, un rostro que me sacaba del limbo: ella y su mirada acusadora, ella y si piel de estrellas, su mirada de fuego, su aire insolente. Perderme en el abismo de sus labios. Solo era ella, silencio. Atrapando todo el dolor que se me escapaba por las manos. Solo me sostenía un hilo de aire, una leve pulsación. Yo solo tenía ojos para el fuego. Estaba encendido.
Me sentía bien. Muy bien.

Todo era silencio, una fría madrugada que se despertaba en polvo.

Amanecer.

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