8 de Marzo, día internacional de la mujer

sábado, 7 de marzo de 2009 | |

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Ella se besaba con el tipo de barba rala y ojos azules. Había sido mi novia hasta un par de meses antes, cuando se enteró que había abandonado la escuela. Sus amigas hacían guardia, cual guardaespaldas, vigilándome, esperando que hiciera alguna escena de celos. Yo volaba en ácido y platicaba con unos tipos que me invitaban cerveza; me habían confundido con alguién a quién conocieron en Brasil. Yo les decía que si a todo y no perdía detalle del beso.

Un año después se casarían. Eso me lo contó un amigo amigo de ella, que me encontré en la cineteca. Me lo contó con una sonrisa en la boca: Lo gozaba.

Después se mudarían a Francia. A trabajar. Se divorciarían. Ella regresáría a trabajar de maestra en la universidad donde estudiamos juntos. Me enteró de vez en cuando por ella por los periódicos. Úncia costumbre que me queda de una carrera que abandoné por aburrida. Algo que ella nunca me perdonó.


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Bellas Artes era un hervideo de gente, las filas para entrar a ver la exposición se extendían hasta la plaza, en donde se presentaban saltimbanquis y moneros. Era el día internacional de la mujer y en todo el centro había actividades para conmemorar tal fecha.

Yo esperaba bajo una de las columnas de la puerta de acceso al museo. Leía y esperaba mientras buscaba escabullirme del sol, que caía a plomo.

Eran las doce y media y ella no llegaba. No sabía sí podría reconocerla. Sola la había visto una vez, de noche, en casa de una amiga, en una cena. El resto de nuestra comunicación había sido a través de messenger y mensajes de texto. Ella me había hablado por fin para decirle que nos vieramos: Unos amigos quieren ir al museo, me dijo, a Bellas Artes y me parece buen idea para vernos. Le dije que sí.

La una de la tarde y ella no llegaba. Me aburre esperar. Me levanté y enfilé mis pasos hacia el metro. Ahí estaba. Ahora era rubia. Venía llegando, apurada y me pidió disculpas.Venía desde muy lejos y había mucho tráfico, me dijo, a manera de disculpa. Le dije que no había problema. Ese día se veía muy guapa.

Nunca entramos al museo: Nos fuimos a un bar a comer y después a casa de su amiga a tomar unas chelas. Ella bebió tequila después de un rato. Cuando nos íbamos me preguntó sí no quería ir a tomarme las últimas cervezas a otro lugar. Esa nohe hicimos el amor. Me gustó.

Tres años después era mi mujer. Nos casamos por lo civil. Todo iba bien. Hasta que perdí el trabajo y la depresión pudo más que mnis intentos por encontrar un nuevo trabajo. Hace un par de semanas se fue de la casa.

1 comentarios:

dèbora hadaza dijo...

raro homenaje...

buenas historias

... pero ya tienes trabajo