Después de una noche de insomnnio

miércoles, 25 de julio de 2007 | |

Después de una noche de insomnio, una novia me dijo que ella no podía ser escritora. Otra noche de insomnio provocada por el amor, una novia me dijo que yo no podía ser escritor; me faltaba exprimir mis ideas. Anoche, una noche de insomnio más, en la que los dolores recurrentes de una lesión en el empeine del pie derecho, me obligo a dedicarme a exprimir mis ideas. Noche de insomnio en la que recuerdo, pienso, exorcizo mis miedos, fatigo mis recuerdos, mientras el dolor en el pie, punza, late, como una advertencia, una justificación. Después el calor que brota de las sabanas, después el río que entra por la ventana. El miedo que se adueña de mis ideas. Y la luz de una lámpara que ilumina la noche que no termina por acabar. Un mosquito llega hasta mi, para acabar con mis esperanzas de recuperar el sueño, que parece abandonarme por completo. Después de una noche de insomnio me levantó para continuar leyendo el libro de cuentos de Valeria Parrella, escritora italiana que me ha movido con su fuerza, con la vitalidad de su prosa. Joven, muy joven, bella, tal vez, las fotos de la portada nunca son muy buenas que digamos, con una bella sonrisa, napolitana. Algunza vez tuve una relación fugaz con una napolitana, que vivía en Florencia, o en Firenze, como dicen ellos. Una mujer parecida a las imágenes de mujeres que aparecen en los frescos de Pompeya, un perfil adusto, de mirada severa, con una nariz prominente. Hermosa, a su manera. Bueno Valeria me recuerdo a esa mujer, a esa ciudad: Nápoles, famosa por que Maradona fue un Dios, ahí perdió su calidad de humano y trascendió las alturas, subió al Vesubio y se transformó en el Diego, en el “10” capaz de transformas un equipo pequeño, mediocre en campeón de Italia, en campeón del mundo. Bueno, Valeria es Napolitana hasta las cachas. Y sus cuentos son fuertes y decididos: como buena mujer del sur de Italia. La voz de Valeria es una voz penetrante, húmeda, risueña, alegre.
Después de una noche de insomnnio, la mañama es gris, lluviosa. Y la voz que trae consigo es una voz triste, salada.

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