lunes, 12 de noviembre de 2007 | |

Me encuentro oxidado,
mientras más pienso, menos llega hasta mí
la palabra exacta para hablar del silencio.

¿Qué entiendes cuando la noche te habla?
¿Qué entiendes cuando el silencio te ahoga?

Hay en la luna un rostro afable,
una mirada tierna,
que me confunde.

Yo no soy ese espectro que camina entre las sombras siniestras de un parque
vedado para los amantes.
No soy aquel que reniega mientras olvida.

Todo menos la sonrisa de un gato.
Todo menos la mano algre que sujeta mis sueños.

La noche termina con un largo bostezo.
Me recuesto en una banca y sueño con largas mañanas blancas
en las que una voz me arrullaba con cuentos hermosos.

La mañana llega,
filtrada entre los dedos morados de la luna,
ahora hay motivos para sorprenderte,
ahra existen suficientes anécdotas para comprometerme.

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